lunes, 15 de abril de 2013

LAS TRIBUS URBANAS DEL MADRID CASTIZO


No es una novedad de los siglos XX y XXI, que aparezcan tribus urbanas, donde los signos exteriores identifican un tipo de vida y un comportamiento.  Hippies,  punkies, heavy metal, pijos… y un sinfín de tribus que podríamos nombrar, pero a lo que vamos… en Madrid, durante los siglos XVIII y XIX, ya proliferaban  por sus calles y barrios,  grupos con sus señas de identidad, su vestimenta y lenguaje. Su look que hoy diríamos, diferenciaba a unos de otros.

Majos y majas:
Aparecen a finales del siglo XVIII como contraposición con los afrancesados que era el estilo de la élite española bajo la influencia de la Ilustración. Eran vecinos del barrio de Maravillas, hoy Malasaña. Desempeñaban empleos gremiales y en horarios fijos: empleados de comercio, carniceros, zapateros, carpintero.  Ambos llevaban coleta recogida con redecilla en la cabeza y la mujer vestía un corpiño ajustado en tejidos ricos (casi siempre terciopelos) con escote, mangas de farol en el hombro y después ajustadas, la falda de vuelo y un mandil. El traje solía ir bordado tanto el corpiño como la falda.  El hombre llevaba camisa blanca con fajín, un pañuelo al cuello haciendo juego con el fajín y chaquetilla corta abotonada y adornada con bordados, el pantalón ajustado hasta debajo de las rodillas y medias blancas.
 Manolos  y Manolas:
Eran vecinos del barrio de Lavapiés (zona sur). Lavapiés fue la antigua judería de Madrid y Manolo porque los judíos conversos solían llamar así  a sus primogénitos (Dios con nosotros) como prueba de piedad. Ya aparecen en el siglo XIX y según Mesonero Romanos, sus oficios siguen siendo los mismos que en el siglo pasado, (zapateros, taberneros, carniceros, traperos…) ya no llevan coleta y redecilla, su traje actual (modificado por la imitación de los de Andalucía y de las clases más privilegiadas) consiste en chaquetilla estrecha y corta con muchos botones, chaleco abierto con igual botonadura, camisa bordada, doblado el cuello y recogido por un pañuelo agarrado con una sortija a la altura del pecho; faja encarnada o amarilla; pantalón ancho por abajo y media blanca; zapatos corto y ajustado. Lleva una vara en la mano y una navaja en la cintura. Ella lleva trenza, mantilla y zapato de charol.
Las Manolas eran las clásicas floreras, cigarreras y fruteras.
Chisperos y chisperas:
Eran vecinos de la zona de Barquillo (zona norte). Se les llamaba así porque eran trabajadores de las herrerías que había entonces en esa zona, por las chispas que saltaban en la fragua.
Se les calificó de extraordinarios torneros, broncistas y ebanistas, que soñaban con convertirse en toreros o conquistar con sus galanteos a nobles damas. Tenían un aire bravucón y pendenciero, pero lucharon decididamente  contra las tropas de Napoleón en la Puerta de Recoletos y en el Portillo de Santa Bárbara.

Manolos y chisperos, se enfrentaban. Los chisperos con fama de rudos y pendencieros frente a los manolos con fama de atildados. Estos enfrentamientos fueron tan famosos, que el escritor Ramón de la Cruz cuenta una de aquellas contiendas en “Los bandos del Avapiés”.








Chulos y Chulas:
También conocidas por chulapas y chulaponas. Surgió también en Lavapiés y parece ser que el nombre deriva de la palabra “chaul” (muchacho en hebreo)  La chulapa aparece por primera vez en 1839. Su forma de vestir. Ellas llevaban mantón con flecos, pañuelo en la cabeza con claveles. El chulo llevaba gorra a cuadros, pañuelo al cuello, chaleco y chaqueta entallada y pantalones abotinados. 
El chulo viene a ser una fusión de los anteriores pero con un toque de golfería que en ocasiones rondaba el mundo de la delincuencia.
Isidros: 
Isidro es sinónimo de paleto, palurdo (El patrón de Madrid es San Isidro Labrador).
Los isidros eran los hombres del campo que venían a Madrid, principalmente a la celebración de la Fiesta de San Isidro. Venían con sus paveros de ala, los trajes de pana y el refajo; generalmente llevaban los productos del campo y de la matanza para sus familiares que vivían en la capital.
El carácter de estos personajes se ha plasmado en teatro, literatura, zarzuelas, de tal manera, que ya nos resulta difícil diferenciar entre la ficción y la realidad.

domingo, 14 de abril de 2013

REAL MONASTERIO DE LA ENCARNACIÓN I. (Vista exterior)


Plaza de la Encarnación, 1. (Metro Ópera)
  
  

De todo el conjunto que podemos admirar en la Plaza de Oriente, lo único que nos queda de la época de los Austrias es el Monasterio de la Encarnación, del siglo XVII.
 

La esposa de Felipe III, Margarita de Austria, desde su infancia recibió una educación muy religiosa, que le llevó a pensar en ingresar en un convento en su Gratz natal, si no hubiera sido concertado su matrimonio con Felipe III.






La Corte se trasladó a Valladolid entre 1601-1606.
En 1606, un fraile trinitario, Fray Simón de Rojas (que anteriormente en Madrid había sido consejero y guía espiritual de los reyes), se traslada a Valladolid y se encuentra con Mariana de San José, que era una monja reformadora agustina (que estaba en Valladolid para realizar su tercera fundación –convento-). En las visitas que le hacía Fray Simón a Mariana de San José, también coincidía el jesuita Luis de la Puente. De alguna manera, la reina, a través de éstos, se enteró y se interesó por la reforma de la madre Mariana.
Mariana de San José defendía la vida contemplativa, dedicada a la oración, en un clima de silencio y austeridad, en contraposición de los conventos femeninos  que hasta el siglo XV habían sido refugio de mujeres contra las imposiciones de matrimonio, salida de una mala posición económica… pero que no tenían vocación alguna.



La Corte a vuelve a Madrid y en el Alcázar, curiosamente no había iglesia. El rey quiere crear un anexo que  sea una iglesia y  la reina quiere crear su propia fundación, y para ello a través de su confesor, se pone en contacto con Mariana de San José. Después de las oportunas diligencias, Mariana llega a Madrid en 1611.

La reina pensó que para el futuro convento de la Encarnación se podrían unir las agustinas que estaban en el convento de la Visitación (en estado ruinoso). Estas agustinas, accedieron a unirse a las agustinas recoletas  y cumplir con las nuevas normas de la madre Mariana, a cambio de un lugar más habitable. Al tiempo que los intermediarios de la reina gestionaban la venida de las recoletas a Madrid, las agustinas de Madrid se trasladaron al convento de Santa Isabel (Atocha). Cuando llegaron las recoletas, se unieron en el convento de Santa Isabel.

La cuestión es que la diferencia de pensamiento de unas y otras después de un año de convivencia, llevó a Mariana de San José y a sus seguidoras a trasladarse en 1612 a la Casa del Tesoro, hasta que se terminasen las obras del nuevo convento.

El edificio se construyó en el lugar que ocuparon las casas de los marqueses de Pozas, muy cercano al Alcázar. Esta cercanía fue lo que llevó a la elección del sitio. Felipe III colocó la primera piedra, acto que se hizo con gran solemnidad. Meses más tarde, el 3 de octubre de 1611, murió la reina sin haber visto terminada esta obra en la que tuvo tanto empeño.

El 2 de julio de 1616, día de la Visitación fue inaugurado el monasterio y su iglesia, con gran magnificencia y con fiesta durante toda la jornada. El trayecto desde el Alcázar (que iba desde la casa del Tesoro) se adornó con ricas tapicerías. El rey entró en la casa del Tesoro a las seis de la tarde, acompañado de la familia real y de la corte. En la procesión se agregaron los clérigos y religiosos. El patriarca de las Indias, Diego de Guzmán, más los obispos y arzobispos acompañaron al Santísimo Sacramento. Por la noche hubo gran festejo con fuegos y luminarias. Al día siguiente los reyes fueron a comer al convento. La fiesta continuó hasta el día 6 en que se celebraron las exequias de la reina Margarita.

Felipe IV mandó construir entre el Alcázar (concretamente desde la Casa del Tesoro) y el monasterio, un pasadizo, para que la corte no tuviera que "pisar la calle". Este pasadizo estaba decorado con infinidad de cuadros, e incluso, fue el origen de la Biblioteca Nacional.



Todo el conjunto quedaba aislado del resto de la ciudad. Por esa ventana estaba unido el pasadizo al convento.


No era fácil entrar en el Convento de la Encarnación. Uno de los requisitos de la futura novicia era que tenía que saber leer y escribir, limpieza de sangre... además, La priora era la encargada de examinar el espíritu vocacional de la solicitante, luego se llevaba al consejo rector y una vez probado el talante, se elevaba al rey la petición de entrada. Con estos requisitos es de suponer que sólo podían entrar mujeres de alto linaje.

Este monasterio, es uno de las 5 fundaciones reales que actualmente hay, es decir, el monarca, se comprometía a crear y mantener el edificio así como a velar porque que la comunidad religiosa contara con todo lo necesario. Por su parte, las comunidades religiosas tenían el deber de rezar por la salvación y eterno descanso del rey y toda su familia.

Los arquitectos que intervinieron en el monasterio fueron Fray Alberto de la Madre de Dios en su construcción (1611-1616) y Ventura Rodriguez en su reforma (1755-1767).


La fachada de la iglesia, modelo del barroco del siglo XVII, y que veremos repetida en muchas otras iglesias. Es de piedra, a diferencia del resto del conjunto que es de ladrillo y pedernal. La iglesia está precedida por un patio exterior que se cierra a la vista con una verja.

La fachada es rectangular dividida en tres planos. El primero tiene un pórtico de tres arcos, el central más ancho y alto que los laterales. El segundo, dos ventanales enrejados y entre ellos una hornacina con un relieve de "La Anunciación", realizado en mármol por el escultor catalán Antonio de Riera, hacia 1617.  En el tercer plano, una ventana central y a los lados los escudos de la reina fundadora. Remata la fachada un frontón triangular con la cruz y las bolas de piedra.

En 1734, con el incendio del Alcázar, la comunicación que había con el monasterio, quedó interrumpida.

El Huerto de la Priora de la Encarnación, situados en el lugar que hoy ocupan los Jardines del Cabo Noval, fueron expropiados entre 1809-1810, cuando José I, ideó crear una gran plaza al este del Palacio Real.

Con la desamortización de 1836, las monjas fueron exclaustradas y volvieron al convento después de 5 años.

Es a partir de 1965 cuando el monasterio es abierto al público. La titularidad es de Patrimonio Nacional, que compagina el horario de visitas con la vida monacal de las pocas monjitas que quedan.

Un dato a tener en cuenta para los novios con planes de boda: el interior de la iglesia es espectacular, pero desgraciadamente, sólo se pueden casar miembros de la Familia Real Española y Grandes de España, mediante el permiso de S.M, el Rey.

jueves, 4 de abril de 2013

DE MADRID AL CIELO


DE MADRID AL CIELO...y en el cielo, un agujerito para verlo.

Esta expresión la utilizamos mucho los madrileños cuando queremos señalar que estamos muy orgullosos de nuestra ciudad.

Su significado literal es que aunque uno muera, necesita el  "agujerito"  para seguir disfrutando de Madrid, aunque muchos madrileños lo utilizamos como coletilla para definir la forma de vivir y su calidad de vida.

Historia: esta frase se hizo muy popular a finales del siglo XVIII, a partir de las reformas que introdujo Carlos III en Madrid, y que desde entonces, Madrid ha ido creciendo hasta equipararse con otras grandes capitales europeas sin olvidar sus tradiciones.


¿Quién fue el autor de esta frase? hay quien afirma que la dijo la beata María Ana de Jesús, aunque lo más probable es que su autor fuera Luis Quiñones de Benavente, autor del Siglo de Oro español, que en su obra "Baile del invierno y verano", en su cuarto verso dice:
«Pues el invierno y verano
En Madrid sólo son buenos
Desde la cuna a Madrid
Y desde Madrid al cielo»

En cualquier caso, esta frase ha servido de slogan para Madrid en 1992 cuando fue capital europea de la cultura, y ha sido título de canciones y de una película.

    

Y sobre Madrid, han escrito los grandes como Tirso de Molina, Góngora, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Larra, Dámaso Alonso... y un sin fin de autores que sería imposible de nombrar.

 "Para pasar revista al bello sexo madrileño, es necesario ir al Prado... Pero el Prado es el paseo más famoso, no el más hermoso ni el más grande de la ciudad. En la prolongación del Salón, pasada la fuente de Cibeles, se extiende como unas dos millas el paseo de Recoletos, limitado a la derecha por el risueño barrio de Salamanca, el barrio de los ricos, los diputados y los poetas; y a la izquierda por una larguísima cadena de palacetes, mansiones, teatros y edificios nuevos pintados de vivos colores. No es un solo paseo, son diez, uno junto a otro, y cada uno más hermoso que el anterior...". (Edmundo de Amicis escritor italiano, 1872.)

miércoles, 3 de abril de 2013

MADRID, 9 MESES DE INVIERNO Y 3 DE INFIERNO


Eso reza un dicho popular, pero como todo dicho... es una exageración.

La razón es que Madrid se halla a 655 metros de altitud sobre el nivel del mar y por ello  es la capital europea más alta. Está situada en una meseta rodeada  por la Sierra de Guadarrama, que le proporciona vientos fríos en invierno que barren su contaminación. 


 Pero ¿cómo es su climatología?

Primavera: pues es imprevisible. Podemos tener un día soleado y al día siguiente frío y lluvia. Como tenemos cambio de horario a finales de marzo, los días ya son más largos y podemos disfrutar de los paseos y las terrazas de los bares. Nos encanta salir de casa.

Verano: Hay intenso sol y calor.  La segunda quincena de Julio y primera quincena de Agosto podemos llegar en las horas centrales del día a los 40 grados, así justificamos la siesta. Cuando empieza a anochecer salimos a los parques, las terrazas... a disfrutar del fresquito. Por eso hay tanto ambiente en las calles por la noche.


Otoño: No hace mucho frío todavía. Los días son agradables y las temperaturas suaves. Los días se hacen cada vez más cortos, así que aprovechamos desde mediodía hasta el anochecer para hacer vida social, porque cuando anochece, ya hace "rasca" (frío).

Invierno: Es seco y frío y por la noche se producen heladas. Disfrutamos durante el día de la luz y cielos azules sin nubes, pero anochece a las seis de la tarde, así que a resguardarse del frío  De vez en cuando nos sorprende alguna nevada que con la contaminación y los coches es difícil que "cuaje". Pero cuando llega, es una fiesta.


El problema es la publicidad que se da a España de su clima. La España de Sol, toros.... bueno pues yo he visto en la Gran Vía de Madrid, en pleno invierno a la 9 de la noche y con un frío "de narices" a americanas vestidas con sandalias y camisetas de tirantes... bien porque iban vestidas para ir de fiesta, pero un abrigo para la calle, la bufanda y los guantes no sobran.
De cualquier manera, si se viene a Madrid, salvo en contadas ocasiones, la luz y los cielos azules están asegurados. Si es invierno uno se abriga y si es verano se evita el calor de mediodía con la sangría, la sombra de las zonas ajardinadas (que hay muchas) y la siesta.