domingo, 14 de abril de 2013

REAL MONASTERIO DE LA ENCARNACIÓN I. (Vista exterior)


Plaza de la Encarnación, 1. (Metro Ópera)
  
  

De todo el conjunto que podemos admirar en la Plaza de Oriente, lo único que nos queda de la época de los Austrias es el Monasterio de la Encarnación, del siglo XVII.
 

La esposa de Felipe III, Margarita de Austria, desde su infancia recibió una educación muy religiosa, que le llevó a pensar en ingresar en un convento en su Gratz natal, si no hubiera sido concertado su matrimonio con Felipe III.






La Corte se trasladó a Valladolid entre 1601-1606.
En 1606, un fraile trinitario, Fray Simón de Rojas (que anteriormente en Madrid había sido consejero y guía espiritual de los reyes), se traslada a Valladolid y se encuentra con Mariana de San José, que era una monja reformadora agustina (que estaba en Valladolid para realizar su tercera fundación –convento-). En las visitas que le hacía Fray Simón a Mariana de San José, también coincidía el jesuita Luis de la Puente. De alguna manera, la reina, a través de éstos, se enteró y se interesó por la reforma de la madre Mariana.
Mariana de San José defendía la vida contemplativa, dedicada a la oración, en un clima de silencio y austeridad, en contraposición de los conventos femeninos  que hasta el siglo XV habían sido refugio de mujeres contra las imposiciones de matrimonio, salida de una mala posición económica… pero que no tenían vocación alguna.



La Corte a vuelve a Madrid y en el Alcázar, curiosamente no había iglesia. El rey quiere crear un anexo que  sea una iglesia y  la reina quiere crear su propia fundación, y para ello a través de su confesor, se pone en contacto con Mariana de San José. Después de las oportunas diligencias, Mariana llega a Madrid en 1611.

La reina pensó que para el futuro convento de la Encarnación se podrían unir las agustinas que estaban en el convento de la Visitación (en estado ruinoso). Estas agustinas, accedieron a unirse a las agustinas recoletas  y cumplir con las nuevas normas de la madre Mariana, a cambio de un lugar más habitable. Al tiempo que los intermediarios de la reina gestionaban la venida de las recoletas a Madrid, las agustinas de Madrid se trasladaron al convento de Santa Isabel (Atocha). Cuando llegaron las recoletas, se unieron en el convento de Santa Isabel.

La cuestión es que la diferencia de pensamiento de unas y otras después de un año de convivencia, llevó a Mariana de San José y a sus seguidoras a trasladarse en 1612 a la Casa del Tesoro, hasta que se terminasen las obras del nuevo convento.

El edificio se construyó en el lugar que ocuparon las casas de los marqueses de Pozas, muy cercano al Alcázar. Esta cercanía fue lo que llevó a la elección del sitio. Felipe III colocó la primera piedra, acto que se hizo con gran solemnidad. Meses más tarde, el 3 de octubre de 1611, murió la reina sin haber visto terminada esta obra en la que tuvo tanto empeño.

El 2 de julio de 1616, día de la Visitación fue inaugurado el monasterio y su iglesia, con gran magnificencia y con fiesta durante toda la jornada. El trayecto desde el Alcázar (que iba desde la casa del Tesoro) se adornó con ricas tapicerías. El rey entró en la casa del Tesoro a las seis de la tarde, acompañado de la familia real y de la corte. En la procesión se agregaron los clérigos y religiosos. El patriarca de las Indias, Diego de Guzmán, más los obispos y arzobispos acompañaron al Santísimo Sacramento. Por la noche hubo gran festejo con fuegos y luminarias. Al día siguiente los reyes fueron a comer al convento. La fiesta continuó hasta el día 6 en que se celebraron las exequias de la reina Margarita.

Felipe IV mandó construir entre el Alcázar (concretamente desde la Casa del Tesoro) y el monasterio, un pasadizo, para que la corte no tuviera que "pisar la calle". Este pasadizo estaba decorado con infinidad de cuadros, e incluso, fue el origen de la Biblioteca Nacional.



Todo el conjunto quedaba aislado del resto de la ciudad. Por esa ventana estaba unido el pasadizo al convento.


No era fácil entrar en el Convento de la Encarnación. Uno de los requisitos de la futura novicia era que tenía que saber leer y escribir, limpieza de sangre... además, La priora era la encargada de examinar el espíritu vocacional de la solicitante, luego se llevaba al consejo rector y una vez probado el talante, se elevaba al rey la petición de entrada. Con estos requisitos es de suponer que sólo podían entrar mujeres de alto linaje.

Este monasterio, es uno de las 5 fundaciones reales que actualmente hay, es decir, el monarca, se comprometía a crear y mantener el edificio así como a velar porque que la comunidad religiosa contara con todo lo necesario. Por su parte, las comunidades religiosas tenían el deber de rezar por la salvación y eterno descanso del rey y toda su familia.

Los arquitectos que intervinieron en el monasterio fueron Fray Alberto de la Madre de Dios en su construcción (1611-1616) y Ventura Rodriguez en su reforma (1755-1767).


La fachada de la iglesia, modelo del barroco del siglo XVII, y que veremos repetida en muchas otras iglesias. Es de piedra, a diferencia del resto del conjunto que es de ladrillo y pedernal. La iglesia está precedida por un patio exterior que se cierra a la vista con una verja.

La fachada es rectangular dividida en tres planos. El primero tiene un pórtico de tres arcos, el central más ancho y alto que los laterales. El segundo, dos ventanales enrejados y entre ellos una hornacina con un relieve de "La Anunciación", realizado en mármol por el escultor catalán Antonio de Riera, hacia 1617.  En el tercer plano, una ventana central y a los lados los escudos de la reina fundadora. Remata la fachada un frontón triangular con la cruz y las bolas de piedra.

En 1734, con el incendio del Alcázar, la comunicación que había con el monasterio, quedó interrumpida.

El Huerto de la Priora de la Encarnación, situados en el lugar que hoy ocupan los Jardines del Cabo Noval, fueron expropiados entre 1809-1810, cuando José I, ideó crear una gran plaza al este del Palacio Real.

Con la desamortización de 1836, las monjas fueron exclaustradas y volvieron al convento después de 5 años.

Es a partir de 1965 cuando el monasterio es abierto al público. La titularidad es de Patrimonio Nacional, que compagina el horario de visitas con la vida monacal de las pocas monjitas que quedan.

Un dato a tener en cuenta para los novios con planes de boda: el interior de la iglesia es espectacular, pero desgraciadamente, sólo se pueden casar miembros de la Familia Real Española y Grandes de España, mediante el permiso de S.M, el Rey.

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