lunes, 10 de junio de 2013

SAN ISIDRO LABRADOR. COMO UN ÍDOLO DE LAS MASAS


San Isidro despertó un gran fervor entre las gentes, tanto, que leyendo su obra y milagros no he podido dejar de comparar a San Isidro con un ídolo o “celebrity” a los que sus fans le piden autógrafos, prendas, fotos…
Pues bien, San Isidro, después de muerto fue presa de esos “fans”, siendo víctima (por causa de ese fervor religioso) de viajes, procesiones e incluso algunas mutilaciones.
  

En 1232, estando el santo expuesto a la pública veneración, un sacerdote llamado Pedro Garcia, racionero de Sta. Mª de la Almudena, sacó unas tijeras y cortó unos cabellos de la cabeza. Llevóselos a su casa provisionalmente con el propósito de colocarlos en su iglesia; pero le sorprendió una gran turbación y encogimiento de ánimo que, conociendo que era efecto de su atrevimiento, se apresuró a llevarlos a su iglesia, con la cual recobró la pérdida de tranquilidad.

En el siglo XIV, la reina Doña Juana, esposa de Enrique II, visitó el sagrado cuerpo y pidió y obtuvo que la diesen uno de los brazos; pero en el acto, y todavía dentro de la iglesia, la sobrecogió tan recio accidente, que estuvo en gravísimo peligro de morir; y aunque con mucho trabajo, pudo pronunciar estas palabras: Vuelvan el brazo al Santo, recobrando la salud tan pronto como fue obedecida. (este brazo, el derecho es el que está suelto y desencajado)

Isabel La Católica, estando  enferma se encomendó al Santo y alcanzó la salud, por lo cual pasó a dar las gracias al Santo a su capilla. Una dama que la acompañaba besó los pies del Santo, y con disimulo le arrancó el dedo pulgar del pie derecho. Cuando la comitiva se marchó y llegaba al río Manzanares, mientras todos los carruajes pasaban el río, el carruaje en el que iba esta dama, no podía pasar porque los caballos se encabritaban. No podían explicarse este extraño suceso, hasta que la dama confesó su fechoría; la reina,  dio orden de restituir la sagrada reliquia a su lugar y entonces  los rebeldes e indómitos caballos pasaron con la docilidad y mansedumbre de todos los demás.

Felipe II, sanó de unas peligrosas fiebres, tras beber agua de la fuente que hizo brotar el Santo para Juan de Vargas (la fuente actual de la Ermita de San Isidro)

En 1619, Felipe III viniendo en camino hacia Madrid de las Cortes de Lisboa, a la altura de Casarrubios del Monte, cayó gravemente enfermo y el Santo fue llevado en litera por los Agustinos hasta el lugar (unos 50 km de la época), donde le veneró en su dormitorio.

Carlos II, tuvo durante muchos años bajo su almohada un diente, que un cerrajero del rey llamado Tomás, le entregó.

Ya en el siglo XX, en 1936, a principios de la Guerra Civil Española, La Real Colegiata de San Isidro fue saqueada e incendiada, como tantas otras iglesias en Madrid, por el movimiento anticlerical que hubo. Al finalizar la guerra, todo el mundo dio por perdido el cuerpo, pero con el testimonio del obispo de la diócesis madrileña, Leopoldo Eijo, que mandó esconder el cuerpo de San Isidro en una habitación sellada con ladrillos y mortero, el 13 de mayo de 1939 se descubrió nuevamente al Santo.


En las últimas décadas la Iglesia expone muy poco al público el cuerpo del Labrador. En 1947 para rogar por la lluvia ante una devastadora sequía; en 1969, en la efeméride del 350º aniversario de la beatificación de San Isidro; en 1972, con motivo del octavo centenario de su muerte; en 1982, noveno aniversario de su nacimiento y en 1985 durante las celebraciones del primer centenario de la diócesis de Madrid y está previsto exponerle otra vez en 2022, coincidiendo con el cuarto centenario de su canonización.
  



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