La vida de San Isidro, aparece sustentada
en leyendas y tradiciones populares y no
en fuentes documentales.
El único texto que tenemos, data del siglo
XIII (100 años después de su muerte). Es un manuscrito de Juan Gil de Zamora,
Diácono de Madrid, y se conoce como “Códice de Juan Diácono”. También está el
Arca Sepulcral en la Catedral de la Almudena.
Isidro de Merlo y Quintana, según los
piadosos comentarios, nació en Madrid entre 1080-1082 y fue bautizado en la parroquia
de San Andrés –abierta al culto católico- ya que la ciudad estaba bajo la
dominación musulmana.
Era de origen muy humilde y mozárabe (cristianos que Vivian
en territorio árabe, pero que mantenían sus costumbres y se regían por la ley
visigoda del Fuero Juzgo). Nació cuando Madrid era una plaza árabe, aunque la
ciudad fue reconquistada por Alfonso VI
el 9 de noviembre de 1083.
El primer oficio que tuvo Isidro, fue abrir
pozos para agua y cuevas para bodegas, aunque su oficio más característico fue
el de labrador.
Primero entró a servir como criado en la
casa de los Veras, (en la calle Toledo,
donde ahora está el Instituto y la
Colegiata de San Isidro) pero cuando Alfonso VI murió en 1108, Alí, rey de los almorávides,
asedió Madrid y muchos, entre ellos Isidro, abandonaron la población, refugiándose
en los pueblos de la Sierra inmediata.
Isidro se fue a Torrelaguna, donde parece
que tenía algunos parientes. Es allí donde conciertan su matrimonio con María
Toribia, doncella igual de virtuosa y devota. Juntos se marcharon a Caraquiz,
donde arrendaron unas tierras junto a otra que María heredó de sus padres.
Isidro se dedicaba a la labranza y María a cuidar la ermita de Nuestra Sra. De
la Piedad. Un rico caballero de Madrid, llamado Juan de Vargas, poseía muy
cerca de Caraquiz, una buena hacienda, en el término que llamaban Eraza, y de
cuya administración se encargó Isidro.
En 1119, Juan de Vargas, trae a Isidro a Madrid,
para trabajar sus tierras y los aloja en su casa que está junto a la parroquia
de San Andrés. Las tierras del señor
estaban al otro lado del rio Manzanares, (a la altura de la actual ermita de
San Isidro). Varias veces se enojó
Vargas con Isidro, reprendiéndole que pasaba mucho tiempo en las iglesias.
Isidro y María, tuvieron un hijo, Illán. La familia, cada vez era más popular entre los
vecinos de la villa, por su caridad y servicio a los demás. En un momento dado,
el matrimonio decide separarse, para servir mejor a Dios. María vuelve a
Caraquiz e Isidro y su hijo se quedan en Madrid.
Pasados los años, María vuelve a Madrid
para asistir junto con su hijo a Isidro ya muy mayor, y después de una grave y
larga enfermedad en 1172 muere a los 90-91 años de edad, siendo enterrado en el
cementerio de la parroquia de San
Andrés. Cuando muere Isidro, María vuelve a Caraquiz, (allí murió), y su hijo
se hizo ermitaño en Illán de Vacas y comenzó a realizar los mismos milagros que
su padre relacionados con el agua, la agricultura y los animales.
Hasta aquí, el relato de su vida, pero lo
interesante comienza cuando después de muerto Isidro, todo el pueblo de Madrid
empieza a rendirle culto, veneración y a atribuirle muchos milagros, tanto, que 40 años después, aprovechando que Alfonso
VIII está en Madrid, el párroco de San Andrés y otros clérigos principales
piden la exhumación del cadáver para
trasladarlo a la Iglesia.
Cerca del cementerio de San Andrés pasaba
un arroyo, que unido a las lluvias recibidas en el transcurso de esos 40 años,
se esperaba que el cuerpo de Isidro estuviera en descomposición, pero la
sorpresa fue tremenda cuando encuentran un cuerpo sin descomponer, incorrupto (En
la Edad Media, se pensaba que cuando una persona moría, su cuerpo no se
descomponía porque era santo) Así que ese cuerpo que se encontró era sin duda
de San Isidro.
El cuerpo fue colocado en una modesta tumba
en la Iglesia entre el altar de San Andrés y el colateral de San Pedro. Más
adelante, fue el mismo Alfonso VIII quién mandó hacer una capilla en la misma
Iglesia y la construcción de un arca de madera forrada de cuero, en cuyo
exterior se pintaron algunos de los milagros del Santo Labrador (Arca que antes
he mencionado y que ahora está en la Catedral de la Almudena).
No será hasta 1575, cuando Felipe II toma
la iniciativa que culminará con la beatificación en 1620 y dos años más tarde,
su canonización.
Parece ser que en la iniciativa de Felipe
II, concurrieron varios factores entre los cuales estaban el establecimiento de
la capital en Madrid, que justificaba que en la época en la que vivió el santo la villa fue recuperada por los ejércitos
cristianos y otra, la necesidad de fomentar el trabajo en el campo para
conseguir mayor prosperidad, buscando un icono digno de imitar y que coincidía en la figura de San Isidro (amor
al trabajo, devoción, obediencia y abnegación…)
Al pobre santo le han movido varias veces,
por lo que descansar en paz es un tanto relativo… primero en San Andrés con
distintas ubicaciones, luego en la Capilla del Obispo y por último en la Real
Colegiata de San Isidro.
El cuerpo de San Isidro ha sido expuesto
para su veneración en numerosas ocasiones, y está previsto exponerle otra vez
en 2022, coincidiendo con el cuarto centenario de su canonización.
El cuerpo de San Isidro, en la actitud que
hoy se encuentra, mide 1,75 metros de longitud; teniendo en cuenta la
contracción natural de la columna vertebral y de todos los cartílagos
articulares… nos hace pensar que debía tener una estatura gigantesca (hecho
también muy inusual, cuando la estatura de las personas en la Edad Media no
superaba 1,50 metros).
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