sábado, 22 de junio de 2013

CARRUSEL, CABALLITOS O TIOVIVO ¿CÓMO LLAMARLO?

En una feria o en un parque de atracciones, el carrusel es una plataforma giratoria con asientos para los pasajeros. Estos asientos poseen muchas formas, y si estas formas son caballos, que se desplazan hacia arriba y hacia abajo para simular el galope, le llamamos caballitos, pero ¿de dónde viene la palabra tiovivo?



Pues según Sofía Tartilán que fue una novelista y periodista del siglo XIX en su libro “Costumbres populares. Cuadros de color” (Madrid, 1880) explica el origen de esta palabra:

El 17 de julio de 1834 fue en Madrid un día de luto y de desolación. Más de ciento cincuenta personas habían fallecido del cólera en la noche anterior; una de las víctimas fue el infortunado Esteban Fernández, que tenía que ganarse la vida con un aparato giratorio de los llamados “caballitos”, en lo que hoy se llama Paseo de las Delicias.
Muerto el buen Esteban, su familia sólo pensó en sacar de la casa el cadáver. Cuatro amigos cargados de las andas –entonces las cajas mortuorias eran un objeto de lujo vedado a los pobres- se encaminaron al cementerio. Silenciosos y taciturnos marchaban en fúnebre cortejo lo que llevaban en hombros al muerto y los pocos amigos que le acompañaban en su último paseo, cuando al llegar al sitio próximamente en que estuvo el circo, el que creían cadáver, incorporándose bruscamente dentro de las andas y arrojando lejos de si el paño negro que le cubría, empezó a gritar: -¡Estoy vivo!
El terror que inspiró el fúnebre cortejo estuvo a punto de serle fatal. Los que llevaban las andas las arrojaron al suelo, apretando a correr campo a través, como si el muerto les pisara los talones. La convalecencia  fue larga; mas su fortuna estaba hecha. Desde aquel día, el tío Esteban desapareció para dar paso al “Tio Vivo”; y cuando el cólera hubo calmado su furor y volvió a pensarse en diversiones, al reaparecer en el Paseo de las Delicias el aparato de los caballitos y las barquillas de madera, los habitantes parroquianos del tío Esteban le saludaron con su nuevo nombre: lo llamaron el “Tio Vivo”; y el “Tio Vivo” se hizo célebre, se hizo popular; fue conocido en todos los rincones de la Corte; se le buscó, se le admiró como una cosa sobrenatural, y hasta hubo quien le pidió noticias del otro mundo. Todo esto empezó a disgustar al buen hombre; pero al fin se acostumbró a su confirmación, tanto más cuanto que le era lucrativo, y olvidando él mismo su verdadero nombre de pila, se oyó llamar con complacencia “Tio Vivo”, legando este nombre a sus hijos y a sus descendientes. Desde entonces el aparato de diversión llamados “los caballitos” tomó el nombre de “los caballitos del Tio Vivo”. Andando el tiempo se le llamó solamente “Tio Vivo”.


Ya veis que la palabrita no tiene relación con la atracción en sí, pero es simpatiquísima la historia ¿verdad?


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