En una feria o en un parque de atracciones, el carrusel es una
plataforma giratoria con asientos para los pasajeros. Estos asientos poseen
muchas formas, y si estas formas son caballos, que se desplazan hacia arriba y
hacia abajo para simular el galope, le llamamos caballitos, pero ¿de dónde
viene la palabra tiovivo?
Pues según Sofía
Tartilán que fue una novelista y periodista del siglo XIX en su libro “Costumbres
populares. Cuadros de color” (Madrid, 1880) explica el origen de esta palabra:
“El 17 de julio de 1834 fue en Madrid un día de luto y de
desolación. Más de ciento cincuenta personas habían fallecido del cólera en la
noche anterior; una de las víctimas fue el infortunado Esteban Fernández, que
tenía que ganarse la vida con un aparato giratorio de los llamados “caballitos”,
en lo que hoy se llama Paseo de las Delicias.
Muerto el buen Esteban, su familia sólo pensó en sacar de la
casa el cadáver. Cuatro amigos cargados de las andas –entonces las cajas
mortuorias eran un objeto de lujo vedado a los pobres- se encaminaron al
cementerio. Silenciosos y taciturnos marchaban en fúnebre cortejo lo que
llevaban en hombros al muerto y los pocos amigos que le acompañaban en su
último paseo, cuando al llegar al sitio próximamente en que estuvo el circo, el
que creían cadáver, incorporándose bruscamente dentro de las andas y arrojando
lejos de si el paño negro que le cubría, empezó a gritar: -¡Estoy vivo!
El terror que inspiró el fúnebre cortejo estuvo a punto de
serle fatal. Los que llevaban las andas las arrojaron al suelo, apretando a
correr campo a través, como si el muerto les pisara los talones. La
convalecencia fue larga; mas su fortuna
estaba hecha. Desde aquel día, el tío Esteban desapareció para dar paso al “Tio
Vivo”; y cuando el cólera hubo calmado su furor y volvió a pensarse en
diversiones, al reaparecer en el Paseo de las Delicias el aparato de los
caballitos y las barquillas de madera, los habitantes parroquianos del tío
Esteban le saludaron con su nuevo nombre: lo llamaron el “Tio Vivo”; y el “Tio
Vivo” se hizo célebre, se hizo popular; fue conocido en todos los rincones de
la Corte; se le buscó, se le admiró como una cosa sobrenatural, y hasta hubo
quien le pidió noticias del otro mundo. Todo esto empezó a disgustar al buen
hombre; pero al fin se acostumbró a su confirmación, tanto más cuanto que le
era lucrativo, y olvidando él mismo su verdadero nombre de pila, se oyó llamar
con complacencia “Tio Vivo”, legando este nombre a sus hijos y a sus
descendientes. Desde entonces el aparato de diversión llamados “los caballitos”
tomó el nombre de “los caballitos del Tio Vivo”. Andando el tiempo se le llamó
solamente “Tio Vivo”.
Ya veis que la palabrita no tiene relación con la atracción en sí, pero es simpatiquísima la historia ¿verdad?
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