Av. de Barcelona, 3. (Metro Atocha Renfe)
En Madrid, hay veneración por tres Vírgenes, La Almudena, La Paloma y la Virgen de Atocha.
La Almudena es la patrona de Madrid, La Paloma de los madrileños y la de Atocha patrona de la Corte.
La Virgen de Atocha es una las más antiguas y veneradas de Madrid.
La imagen que se conserva es la primitiva. Es una talla de madera de unos 60 cm y representa a la Virgen sentada con las piernas ligeramente separadas, en su mano derecha sostiene una manzana. Su rostro de aspecto oriental. El niño está sentado en su pierna izquierda, mirando también al frente y sostiene un libro en su mano izquierda. los vestidos están también tallados en la madera, y las coronas son muy toscas, parecidas a turbantes.
(la talla coincide con todas las "virgen negra" que introdujeron los monjes benedictinos y cistercienses en Europa en los siglos XI y XII aunque en realidad no es más que una adaptación al cristianismo de del culto egipcio de la diosa madre Isis como símbolo de la tierra y la fertilidad)
El origen de su nombre no está muy claro, aunque hay dos versiones :
- Al parecer la imagen la trajeron los discípulos de San Pedro desde Antioquía, que fue tallada por Nicodemus y pintada por San Lucas. La palabra Antioquía en latín es Antiochía, pasando a Antiocha y finalmente a Atocha. Un texto datado en 1085, se refiere a " Santa Maria de Antiochía".
- La imágen fue encontrada en un atochar (campo de esparto), llamándose por ellos "Nuestra Señora del Atocha".
La primera ermita de la Virgen, estaba junto al río Manzanares, en un lugar llamado Santiago el Verde. La primera referencia escrita a la Virgen de Atocha se remonta al siglo VII, según constaba en un carta de la Catedral de Toledo en donde San Ildefonso hacía alusión a la misma situándola en la vega de Madrid, extramuros, afirmando su devoción a la imagen.
Durante la permanencia de los árabes en Madrid, fue estipulado en las condiciones de la capitulación, que serían respetados el culto a la Virgen de Atocha y a la parroquia de Santa Cruz.
Cuenta la leyenda, que allá por los años 720, el caballero Gracián Ramirez, que vivía con su esposa y sus dos hijas en el castillo de Rivas de Jarama, se acercaba a Madrid a rezar ante la imagen de Nuestra Señora de Antioquía, en una ermita situada en la vega del Manzanares. Cierto día encontró al ermitaño que cuidaba la ermita decapitado y habían desaparecido la lámpara de plata que ardía con aceite día y noche y lo que era más importante, la imagen de la Virgen. Gracián Ramírez juró encontrar a la Virgen, costara lo que costase. Y junto a sus hombres procedieron a la búsqueda de la imagen. Cuando ya regresaban sin haberla hallado, en un recoveco del cerrillo que luego llamaron de San Blas, donde se halla el Observatorio Astronómico, halló la imagen de la Virgen en una especie de cueva, sobre una alfombra de hierba. El caballero juró a la Virgen que allí mismo construiría una ermita para albergar la imagen que milagrosamente había aparecido. Al día siguiente comenzaron a construir la ermita. Los moros, que veían a distancia la obra y creyendo que se trataba de una fortificación desde la cual tratarían de reconquistar la ciudad de Madrid, les atacaron y cercaron. Gracián Ramírez, al ver que cada vez se hallaban más cercados y ante el temor de que su esposa e hijas fueran violadas y asesinadas por los moros, cortó la cabeza de las tres mujeres que se hallaban en el interior de la ermita. En ese instante una luz cegadora cayó sobre los moros que no pudieron seguir luchando. Gracián Ramírez y sus hombres vencieron entonces sin ningún esfuerzo a los musulmanes obligándoles a marchar. Todos celebraban la victoria sobre los árabes salvo Ramírez que, apenado por su familia, entró en la ermita sintiéndose culpable de su acción. Sin embargo, en su interior, al pie del altar encontró a su esposa e hijas rezando ante la imagen de la Virgen de Antioquía. La leyenda termina diciendo que a las tres mujeres les quedó una cicatriz roja en el cuello, a modo de cinta, como prueba de lo sucedido. La Virgen, que había sido encontrada en el llamado Olivar de Atocha pasó a ser conocida como Nuestra Señora de Atocha.
No hay otra mención escrita hasta el siglo XI en donde se dice de la existencia de una diminuta capilla. Es a partir de 1083 cuando empezará a crecer y a enriquecerse al ser conquistada Madrid por el rey Alfonso VI de Castilla. En el Fuero de Madrid se afirma que con las posesiones que se tenían se podían atender el sustento de varios capellanes encargados del culto en el prado de Tocha (Atocha).
En el año 1150, se tiene constancia de la Ermita de Atocha a través de don Juan, arzobispo de Toledo, a la sazón, de donde dependía eclesiásticamente. Se nombran canónigos para la Iglesia de Santa Leocadia (Toledo), anexionando varias propiedades a la misma, entre ellas, la Iglesia de Santa María de Atocha, que ante la cada vez mayor presencia de fieles obliga a construir un templo mayor, pero sin tocar para nada la Ermita.
No es hasta el siglo XVI y ante el estado ruinoso de la ermita cuando fray Juan Hurtado de Mendoza, confesor de Carlos I, decide reformarla para convertirla en una gran iglesia y aprovecha para reconvertir también las casas de los canónigos de Santa Leocadia de Toledo en un convento de dominicos, que serán los encargados del Santuario según concesión del Papa Adriano VI de 11 de julio de 1523.
Felipe II tenía gran devoción por la Virgen de Atocha y la llamaba [Patrona de Madrid y también de todos los Reinos. Cuando iba a combatir, previamente se pasaba por el Santuario de la Virgen de Atocha, lo mismo que cuando venía de ganar una batalla en señal de agradecimiento. Don Juan de Austria ofreció a la Virgen la espada con la que luchó en Lepanto.
Felipe III puso bajo su patronato Real la Iglesia y Convento de Atocha por cédula de 10 de noviembre de 1602.
Felipe IV, tenía la costumbre de comulgar en su ermita todos los sábados, y siempre que salía de Madrid o regresaba a la capital del Reino no salía ni volvía sin visitarla. Al parecer,el citado monarca acudió al santuario más de tres mil veces, y cuando estaba agonizante pidió que llevaran la imagen a su alcoba para morir cerca de ella. Durante su reinado, el 14 de agosto de 1652 se quemó la iglesia por lo que ordenó restaurarla por completo.
Durante el reinado de la Casa de Borbón se continuaron las donaciones y mejoras del complejo hasta llegar a la noche del 5 de diciembre de 1808 en que entraron las tropas francesas, expulsando a los religiosos y convirtiéndolo en cuartel, produciéndose robos y destrucciones de innumerables obras de arte.
Una vez pasada la invasión francesa, los dominicos vuelven al Convento hasta que se produce su exclaustración en 1834, lo que provocó grandes daños a la iglesia, convirtiéndose el convento en cuartel de Inválidos y la iglesia en parroquia castrense.
En 1888, la regente Mª Cristina, viuda de Alfonso XII, al ver el estado ruinoso de los edificios ordenó la construcción de otro complejo, el proyecto fue de Fernando Arbós, y las obras comenzaron en 1891 (ver artículo de "Pabellón de hombres ilustres").
No fue hasta 1924 en que los dominicos, ante la total paralización de las obras, pidieron al rey Alfonso XIII que les facilitaran medios para restaurar el convento y la iglesia. Les cedió entonces la propiedad y nuevos terrenos y los frailes prosiguieron las obras por su cuenta pero sin seguir el proyecto inicial de Francisco Arbós.
El 20 de julio de 1936, durante la Guerra Civil, el convento e iglesia es incendiado, perdiéndose todas las obras de arte excepto la imagen de la Virgen de Atocha que se había ocultado.
En Navidad de 1951 se inaugura la nueva iglesia con trazos de Arquitectura madrileña en ladrillo y estilo neoclásico. Las vidrieras quieren recordar al estilo románico actualizado y representan los misterios del Rosario. (Esta arquitectura que hoy podemos contemplar, es la que tanto gustaba en la época de la dictadura)
Curiosidad:
Los antiguos vecinos del pueblo de Villaverde, celebraban la romería de Santiago y San Felipe en torno a la “ermita de Santiago el verde”, que estaba situada en una de las islas del Manzanares, muy cerca de la localidad. En el siglo XVI los madrileños se unieron, y un siglo más tarde como la ermita estaba en muy mal estado, decidieron trasladar la romería a otra isla mayor y más cerca de Madrid, que estaba entre los hoy puentes de Segovia y de Toledo. Esta fiesta se celebraba el 1 de mayo, coincidió con la fecha en que murió Felipe IV y en señal de luto se trasladó la festividad al 15 de mayo festividad de San Isidro. De ahí la Romería de San Isidro.
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