Tenemos noticia de esta calle llamada así,
en un manuscrito regalado por D. Valentín Carderera en 1870 a la Biblioteca
Nacional. El “Libro de los nombre y calles de Madrid sobre que se paga
incómodas y tercias partes con abecedario”. El itinerario recorría todas las
calles de Madrid por una visita de inspección para señalar un impuesto. Esta
visita se inició el 11 de enero de 1625 y terminó el 26 de junio de 1632.
También podemos encontrar la calle en el famoso
mapa de Texeira de 1656.
Historia: Viene su nombre de D. Francisco de
Chinchilla, que fue magistrado de penas, ministro del Santo Oficio y Alcalde de
Corte y Rastro. Participó en el juicio a Rodrigo Calderón, Marqués de Siete Iglesias, emitiendo su voto
para que fuera degollado.
Chinchilla, fue magistrado en Cerdeña, en
tiempos en que El Marqués de Siete Iglesias y El Conde-duque de Olivares
(valido de Felipe III) tenían gran influencia sobre el rey. El Marqués le negó
siempre su venida a España, y cuando se desató el juicio contra el Marqués de
Siete Iglesias, el conde-duque de Olivares le trajo a Madrid para seguridad de
la sentencia, pues se le creía buen
magistrado, pero no se imaginó que éste se vengaría, ya que además de votar por
su muerte también se opuso a que se le hicieran honras fúnebres antes de ser
sepultado en el Carmen Descalzo.
Francisco de Chinchilla tenía fama de ser
un magistrado muy recto, pero por su inflexibilidad también fue muy temido.
“El Chinchilla”, como le llamaban los
madrileños de la época, compró los terrenos que rodeaban al monasterio de San
Martín, construyó su casa y abrió una calle.
En el siglo XVII se tenía la creencia que
para evitar las epidemias, cuyos miasmas venían en los aires, convenía dejar
los animales muertos en las calles, con el olor que desprendían, los aires
epidémicos se cebaban en aquellas carnes putrefactas y no atacaban a las
personas.
Chinchilla prohibió que en su calle se
arrojasen los animales muertos e incluso propuso al ayuntamiento que prohibiese
tal costumbre (en esto tenía razón), pero la gente por fastidiarle, le llevaba
todos los perros y gatos muertos. Amenazó con grandes penas al que en su calle
echase desperdicios.
Un día, D. Francisco se encontró en su
calle a dos ancianas que estaban pelando unas aves muertas que allí
encontraron. Las mandó prender y ellas decían:
- - Señor,
somos tan necesitadas que solo comemos lo que muerto encontramos por las calles
y las plazas, ayer hallamos una lechuza y eso fue lo que comimos.
- ¿Y dónde habéis hallado esa lechuza?
- Señor, contestaron las mujeres, en vuestro basurero.
- ¿Y cuál es mi basurero? Repuso indignado Chichilla.
- La calle de su señoría.
- ¿Y dónde habéis hallado esa lechuza?
- Señor, contestaron las mujeres, en vuestro basurero.
- ¿Y cuál es mi basurero? Repuso indignado Chichilla.
- La calle de su señoría.
Las mandó a la cárcel.
Al día siguiente, en la esquina de su casa,
se encontró una lechuza clavada, el juez, tomándolo como un desprecio, no la
mandó quitar. La gente se lo tomó a guasa, y comenzó a denominar esa calle como
la calle de la Lechuza.
De este personaje, también está el origen
de la expresión ¡Le conocen hasta los perros! (explicado en refranes y curiosidades).
Tal animadversión le tuvo la gente llana de
Madrid, que cuando murió se hizo correr el rumor de que una vez sepultado en el
convento de San Francisco, por la noche se oían extraños ruidos en su tumba.
Los frailes abrieron su tumba y con ganchos le quitaron el sayal franciscano
porque había sido condenado en el juicio de Dios a penar en el infierno.
Con el trazado de la Gran Via, la calle
Chinchilla perdió los números 9 y 11.
Aspecto
actual de la calle:
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